viernes, 24 de octubre de 2008

CIUDADANIA


Los derechos en los hechos

Nunca una noche ha vencido al amanecer, y nunca un problema ha vencido a la esperanza.
B. Williams.

La realidad constituye uno de los principales instrumentos de análisis para comprobar el grado de cumplimiento y efectividad del texto de la ley. A partir de ella intentare encontrar el elemento que produce el quiebre entre el reconocimiento y el ejercicio, y una alternativa posible de solución.

Partiendo de este punto de análisis, podemos afirmar que en variadas situaciones los derechos se muestran como simples expresiones que mueren en los hechos, estando el individuo del otro lado del puente que lo distancia de su disfrute y ejercicio. Asimismo, esos derechos y garantías han sido los protagonistas, en muchos casos, de la discusión sobre su jerarquía, abandonando su carácter relativo y la armonización que debe regir en cada situación particular.

Desde el momento que entramos en el estudio de las ciencias jurídicas advertimos que los derechos han sido reconocidos a todos los habitantes por igual, y que no existe una jerarquía que lleve a la renuncia de uno por la vigencia de otro.

Ahora bien, la realidad esta cargada de hechos que son muestra de lo contrario. Sin entrar en el camino de la teoría y de un análisis doctrinario sobre estos combates jurídicos, podemos recorrer hechos que ilustran un denominador constante en el pasaje de la declaración al ejercicio verdadero de un derecho, instrumento que desvirtúa su objeto y finalidad, utilizado también para la resolución de conflictos entre dos o más derechos, ese elemento es la calidad de titular.

La calidad de titular permite distinguir, en muchos casos, quienes pueden verdaderamente ejercer sus derechos y quienes deben conformarse con su mera declaración, y asimismo un elemento de resolución ante el conflicto de derechos.

Nuestra Constitución Nacional reconoce, en su parte dogmática, derechos a todos los habitantes de la Nación, sin distinciones de raza, género, condición social, económica y política. Asimismo no reconoce derechos absolutos, siendo todos los derechos relativos y debiendo armonizarse en caso de conflicto.

Lo expuesto pierde relevancia a medida que pasamos de la declaración y el reconocimiento, a la verdadera acción. Momento en el cual, la mencionada calidad de titular toma un papel relevante para jerarquizar, reconocer y hacer posible su ejercicio.

La mencionada “calidad” representa la vara para medir la certeza con que una persona puede sentirse en ejercicio de sus derechos, jugando un rol fundamental la posición cultural, económica y social de su titular, por encima de cualquier reconocimiento de orden legal.

Comenzamos a transitar un camino vulnerable, donde los sujetos más débiles se enfrentan a los más fuertes. Ese escenario se proyecta sobre la base del debilitamiento de los derechos y las garantías de los primeros y en el fortalecimiento de los segundos.

De este modo, el mundo se construye a partir de rivalidades, de opciones que nos llevan a extremos, donde pocos ganan y muchos pierden. Se sienten voces que plantean desarrollo vs. medio ambiente, crecimiento vs. preservación, modernización y globalización vs. protección de los pueblos originarios, industrias vs. ambiente sano, etc. ... la construcción se realiza en el resultado final de los opuestos, dependiendo de la calidad del titular el triunfo de una u otra opción.

Lo expuesto constituye el relato de una realidad que nos acompaña día a día y de la cual debemos aprender. Resulta imprescindible la comprensión de un esquema para actuar en torno a el. El ciudadano debe avanzar sobre sus derechos, debe acompañar el camino que conduzca el texto a la verdadera acción.

Dentro de este esquema el gobierno, como uno de los elementos del Estado, tiene la función de garantizar, hacer respetar y reconocer los derechos de los habitantes de la Nación. La realidad de nuestro Estado nos hizo protagonistas de graves crisis, ausencias y faltas de gestión, que sumadas al clientelismo y la famosa “cadena de favores”, agravan aun mas la situación excluyendo al individuo de toda posibilidad de ejercer sus derechos.

De este modo, el derecho que se expresa en la ley, volcado a los hechos, lleva consigo un elemento, la “calidad de su titular”, que obliga a la reasignación de roles de dos de los instrumentos que conforman el Estado, los individuos y el gobierno, a efectos de que el derecho cumpla eficazmente su finalidad.

Lo expuesto implica que el individuo del pasado, sujeto pasivo, victima del sistema, se transforme en un sujeto activo que acompañe y participe en la gestión del país. Que los “olvidados” por el poder, sean parte del poder mismo, como protagonistas, como sujetos activos, y que la inclusión sea posible a través de las instituciones.

Es cierto que aquello que no nos mata, nos hace más fuertes y actualmente eso se esta demostrando. Desde el momento que comenzamos con el ejercicio de cuestionar determinadas cosas, justo ahí estamos dando los primeros pasos. Es fundamental un individuo activo y que el Estado-gobierno intervenga fuertemente para mejorar la situación de las victimas de la realidad que nos toca vivir, de una realidad que no es de hoy, sino que es el resultado de años de abandono y de desigualdad absoluta y que estamos a tiempo de cambiar.

Llego el momento en que nadie debe conformarse con lo que hay, y que aquello que constituye un derecho deje de ser la limosna de las campañas políticas que se utilizan a cambio de votos, generándose una dependencia absoluta a cambio de contar con lo mínimo e indispensable. De lo contrario estamos dando lugar a que la función se transforme en favor, y la gestión en un instrumento de negociación.

Es fundamental empezar a organizar un esquema de sociedad donde el derecho exista por encima de la persona. Donde lo importante sea el contenido de los derechos, independientemente de sus titulares. Un país donde se haga efectiva cada palabra plasmada en nuestra Constitución y se de valor a los valores. Un país donde las soluciones sean más justas y podamos ganar todos, aunque más no sea un poco. Una política que abandone la necesidad como elemento de poder y negociación y se comprometa realmente con la sociedad. Un Estado que permita el desarrollo de todos sin que sea a costa de la desgracia de otros, con Instituciones fuertes que cumplan eficazmente con su función. Un país que no se construya sobre la base de rivalidades, sino como resultado de la coordinación de intereses, resguardando los derechos de todos. Ese Estado esta empezando a gestarse, pero necesita de la participación y del compromiso de todos y cada uno de nosotros. Es fundamental el equilibrio de fuerza y compromiso de estos dos elementos: Gobierno y Sociedad, para que aquel elemento que desvirtúa el objeto y la finalidad de los derechos desaparezca definitivamente y que los derechos en los hechos, tengan la verdadera fuerza del Derecho.

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